Ante el desbaratamiento de la trama delictiva del Alcalde de El Ejido, el SOC de Almería propone abrir un debate sobre su política populista, xenófoba y represiva.
Los vecinos de El Ejido se beneficiarán sin duda de la detención de su superpoderoso Alcalde. Se les dejará de robar a través de la malversación de sus impuestos y perderán un poco de ese miedo que se respira muchas veces, antes las posibles represalias del “régimen” instalado en el municipio desde hace tantos años. También se beneficiarán los trabajadores de Elsur y de las subcontratas que tan valientemente lucharon por sus empleos y denunciaron la corrupción que se ocultaba tras sus despidos.
Por otra parte, desde el SOC, como sindicato del campo y por ello mayoritariamente de los inmigrantes, nos preguntamos si también nuestro colectivo se beneficiará de estos hechos. Si los más castigados por la política segregacionista y represiva del alcalde detenido -como han sido los jornaleros inmigrantes y sus familias- también mejorarán su integración social y su calidad de vida en este municipio que tanto ayudaron a hacer crecer y prosperar ?.
Creemos que estamos ante una buena oportunidad de reflexionar y de debatir cara a cara entre los ejidenses, y los almerienses en general, seamos payos nativos, gitanos o inmigrantes, sobre qué está pasando en el Poniente y en nuestra provincia. ¿Porqué hemos llegado a este sentimiento de miedo, de desconfianza y de rechazo mutuo entre vecinos, por el solo hecho de ser moro, negro, sudaca, rumano, gitano, o simplemente pobre y fracasado económicamente?. Porqué sólo nos interesa el dinero, el consumo, las apariencias y no dudamos en apelar a tanta violencia verbal, sicológica y física en nuestras relaciones sociales?. Nosotros, los inmigrantes, somos el último escalón de este entramado social opresivo, pero no somos las únicas víctimas.
Don Juan Enciso actuó siempre como un gran demagogo, utilizando a los más débiles y marginados para asustar al pueblo, ganar sus votos, y poder abastecer de mano de obra barata, sumisa y flexible a la industria motor de la economía, como es la agricultura intensiva en Almería. Pero su éxito no sólo radica en el apoyo popular ganado a nivel local, sino en haber sabido contagiar su política de extrema derecha al resto de municipios, de partidos políticos, organizaciones sociales y medios de comunicación. La política de inmigración que hoy se aplica en Almería y en España toda es, sin ninguna duda, la de Don Juan. Porque ya desde los noventa insistía en criminalizar a los inmigrantes como delincuentes y en proponer que debían instalarse junto a los invernaderos, pisando lo menos posible el centro de la ciudad. Porque supo ganar muchas elecciones desalojando inmigrantes de sus casas ilegalmente, como en San Agustín en 1995, arrasando chabolas o dificultándoles la apertura de sus comercios y locutorios. Y Por que su ayuntamiento, sus medios de prensa y su discurso xenófobo, fueron elementos esenciales en la provocación de los sucesos racistas que se produjeron en El Ejido a comienzos de un triste mes de febrero.
Pero no debemos engañarnos. Personajes de este tipo no son más que instrumentos funcionales de aquellos otros políticos socialdemócratas y dirigentes liberales, tan democráticos, tan progresistas y tan expertos en interculturalidad, que no vacilan en defender y aplicar las mismas medidas reaccionarias y represivas contra los inmigrantes que desarrollaba Juan Enciso. Todo ello en interés de las grandes empresas y de las necesidades del mercado. La impunidad de los actos vandálicos del 2000 contó con la complicidad de los Torres Hurtados, los Chávez, los Callejones, los Comendadores, y tanto otro político que aceptaron sus reglas, y nos castigaron –como inmigrantes- con más represión y recorte de derechos, en sucesivas reformas de la ley de extranjería, cuyo último cerrojo se está imponiendo actualmente desde el Parlamento español. Tanto el PP como el PSOE, y parte de otros partidos, sindicatos y ONGs, se plegaron o al menos toleraron en silencio el ideario del Alcalde por casi una década. Por miedo, por interés, para no perder votos o subvenciones, y claro está, también por convicción. Un Pacto de Silencio que alguna vez tendremos que romper.
Lamentablemente la debacle de Juan Enciso y de su trama no fue causada por la movilización de los vecinos ejidenses en protesta por tanta corrupción y miedo, ni por el accionar de las organizaciones de trabajadores, pequeños agricultores o inmigrantes. Ha caído porque es ahora cuando convenía a otros “poderosos” del sistema, y a quienes sólo les interesa un recambio de fachada, para que nada cambie.
Desde el SOC-SAT de Almería proponemos aprovechar estos momentos, en que al parecer nadie conoció ni apoyó nunca a Enciso, para hablar de su política social y de sus graves consecuencias, en el marco de esta sociedad intolerante, insolidaria, discriminatoria y violenta en la que convivimos.