Los caminos de la represión que emplea el poder son múltiples y variados. Lo vimos en las Marchas de la Dignidad donde el poder hizo un despliegue amplio de todo tipo de argucias: desde declaraciones criminalizadoras hasta la represión pura y dura pasando por la censura televisiva o la infiltración de agentes externos.
Durante las semanas en las que las diferentes columnas hacían el largo camino hasta Madrid para los medios de comunicación oficiales no existió el 22M. Cuando ya no hubo manera de ocultar e ignorar por más tiempo la realidad de las marchas se entró en la fase de criminalización. El Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, comparó el 22M con el partido neonazi griego Amanecer Dorado y la Sra. Cifuentes, Delegada del Gobierno, afirmaba que la policía había detectado grupos de incontrolados violentos. El ambiente estaba creado para que el poder establecido preparará su montaje represivo. Nos llegaron a introducir infiltrados en las asambleas y en los grupos de trabajo y misteriosamente nos inhabilitaron móviles y hubo entradas ilegales en correos electrónicos y perfiles de facebook. La traca final fue el mismo 22 de marzo cuando materializaron su operativo criminalizador, usando políticamente a los antidisturbios para impedir que la foto del día siguiente fuera una masiva movilización pacífica de la dignidad obrera, popular y ciudadana.
El estado demostró una vez más el amplio potencial del que dispone para neutralizar la protesta social. Viniendo ésta de instancias ajenas al régimen del 78 y teniendo un carácter masivo se afanaron por intentar destruir el 22M desde dentro y desde fuera. No lo consiguieron, aunque si lo dañaron.
Con nuestro sindicato, uno de los principales impulsores del 22M, está pasando lo mismo. Tenemos, en la actualidad, cerca de un millón de euros de multas y unos 600 compañeros y compañeras sujetos a procedimiento judicial a los que se les pide más de 400 años de cárcel. Al poder le molesta que haya surgido una fuerza sindical y social, como el SAT, ajena a los apaños pactados en La Transición y que no se vende ni claudica. Están acostumbrados a otra cosa y no aceptan el sindicalismo asambleario a pie de tajo y de acción directa que practicamos. Y cómo no han podido destruirnos por fuera, con la represión, lo intentan desde dentro. Ya nos lo advirtieron unos buenos amigos hace tres años que esto pasaría.
Intentan desprestigiarnos, manchar nuestro nombre, con vagas acusaciones generales para ponernos a la altura de los demás sindicatos que están mezclados en asuntos sucios como si fuéramos lo mismo. Y es curioso que empresas en Almería que despiden a delegadas sindicales del SAT pongan en sus tablones de anuncios las denuncias falsas de esta gentuza. Es curioso que medios de extrema derecha acojan en sus páginas digitales cada barbaridad que comentan. Todo esto les retrata.
Hace pocos días, nuestro Portavoz Nacional tuvo que tirarse delante de un vehículo para evitar, a riesgo de ser atropellado, la entrada de esquiroles que querían romper una huelga en Dos Hermanas. No fue noticia. Ningún medio se ha interesado por el incumplimiento sistemático de los convenios, al igual que ningún medio se quiere enterar de las condiciones de miseria y sobreexplotación de los trabajadores inmigrantes en Almería. Cuando quieran enterarse, llaménnos, estaremos encantados de llevarles por los tajos para que comprueben con los focos de sus cámaras de donde viene el milagro de la agricultura bajo plástico.
Llaménnos para eso, porque no vamos a entrar en las indecentes diatribas de estos sicarios. No vamos a hacerles el juego, por mucho medio de comunicación que llame. Y no lo haremos porque este sindicato está fuera de toda duda. Por mucho que intenten ensuciar a Diego Cañamero y a la dirección del SAT no van a conseguir movernos ni un ápice de nuestro camino que no es otro que la defensa inquebrantable de los intereses de la clase trabajadora en el marco de la lucha general por cambiar la sociedad y liberar nuestro pueblo.